Los ocho salvajes - Recensione
Si no tiene miedo de perderse en el hielo de Alaska y está realmente decidido a averiguar qué pasó con el avión en el que estaba y cómo se estrelló, no se detenga y siga leyendo nuestra reseña de The Wild Eight.
Solo, en el frío y las heladas, perdido en medio de la nada
El comienzo de The Wild Eight, pensándolo bien, es bastante traumatizante: nos encontramos después de un accidente aéreo, al que sobrevivimos milagrosamente, en medio de las heladas tierras de Alaska. Mires donde mires, no ves más que nieve, hielo y árboles doblados por el peso de la manta blanca que los cubre. En esta condición, crítica por decir lo mínimo, tendremos que satisfacer nuestras necesidades primarias, en primer lugar encontrar comida y una fuente de calor para calentar nuestros pobres huesos.
Afortunadamente tendremos la oportunidad de recolectar materiales preciosos de árboles y montones de piedras con los que empezar a crear herramientas indispensables. También será bastante fácil encender un fuego y utilizarlo tanto para calentar como para cocinar lo que encontraremos en medio del bosque. Habiendo resuelto las necesidades básicas y asegurado la supervivencia, al menos por un tiempo, comenzaremos a preguntarnos cómo diablos terminamos en esta situación y sobre todo qué hacer para salir de ella. El primer paso será, pues, inspeccionar lo que queda de la aeronave con la que tuvimos el accidente y lo que encontraremos en los alrededores nos guiará en una serie de misiones para desentrañar los misterios del lugar donde sucedió. La misión principal atravesará varias secundarias que serán de utilidad tanto para conocer más sobre lo que nos rodea, como para conseguir elementos únicos bastante útiles.
¿Cómo puedo calentar mi corazón?
Como en cualquier supervivencia que se precie, incluso en The Wild Eight tendremos que dedicar buena parte de nuestro tiempo a encontrar los materiales útiles para construir objetos que serán imprescindibles para la continuación de nuestra aventura. La creación de estos objetos se realizará a través de un banco de trabajo, que podremos construir, prácticamente, en cualquier lugar, cuando estemos al aire libre. El banco de trabajo tiene la posibilidad de mejorarse gracias al uso de algunos materiales específicos y esto se reflejará en la calidad de los objetos que podremos obtener. No solo eso, los objetos subirán de nivel al igual que nuestro personaje.
En cuanto al personaje que vamos a utilizar, al principio se nos dará la posibilidad de elegirlo entre ocho. Cada uno de ellos tendrá una fortaleza que podrá explotar durante el partido, como el estudiante de medicina que podrá sanar de manera más eficaz o el deportista del grupo que correrá más sostenido. Durante el transcurso del videojuego ganaremos puntos en diversas especialidades, como movilidad o combate, gracias a las cuales podremos mejorar las características de nuestro desafortunado superviviente.
No estoy solo…
Buscando las causas del accidente aéreo nos daremos cuenta de que estas tierras no están tan deshabitadas. En nuestro deambular nos encontraremos con diferentes asentamientos humanos y, leyendo las notas olvidadas aquí y allá, comenzaremos a hacernos una idea de por qué hay animales mutantes agresivos y peligrosos, así como el motivo del accidente de nuestra aeronave. Los secretos militares y los asuntos humanos saldrán a la luz y revelarán la trama de The Wild Eight, que es bastante peculiar e intrigante.
Técnicamente medio desastre
Los gráficos de Wild Eight son sencillos y limpios, muy pulcros y refinados y es un placer deambular por las tierras para explorar, aunque a veces el blanco continuo de la nieve puede engañar nuestra perspectiva y hacernos saltar varios metros obteniendo algunas heridas. La banda sonora está hecha íntegramente con el piano y hay que decir que estos sonidos se integran perfectamente con el paisaje, haciendo que la atmósfera sea etérea y surrealista. The Wild Eight fue lanzado el año pasado en PC y fue muy bien recibido; La transferencia a PlayStation 4 sufre, como todos los títulos de este tipo, en el uso de las teclas, pero, una vez que te acostumbras, juegas de forma fluida y rápida.
En cambio, técnicamente hablando, la versión de consola tiene numerosos problemas: además de una caída frecuente en la velocidad de fotogramas mientras se explora el mapa, The Wild Eight afligen errores importantes, tanto que fue necesario cerrar y reiniciar el juego varias veces durante nuestro prueba. Las transacciones del entorno exterior en el interior de los edificios se producen gracias a la desaparición de la parte superior de estos últimos, como la cubierta o el suelo bajo el que se construyen, en el caso de un búnker. Lamentablemente esta transacción a veces tiene errores y terminaremos con nuestro personaje oculto por una especie de velo que no nos permitirá entender dónde estamos. Otras veces será el mapa el que haga las rabietas y no se abra ni se actualice, impidiendo así orientarnos. En otras ocasiones, nuestro pobre héroe seguirá dando golpes de hacha en el vacío, congelándose irremediablemente sin permitirnos hacer nada más. En resumen, jugar así podría resultar una prueba de supervivencia, o más bien de nervios.